13 listas. 31 candidatos cada una. Algo así como 403
ituzainguenses que se dispusieron hace unos meses a encarar la campaña con
vistas al 14 de agosto y sus ganadores al 23 de octubre.
403 personas equivalen a 8 colectivos llenos, a los
invitados a un casamiento de familia adinerada o a una fila de 2 cuadras de
cola, puestos de a uno en fondo.
Podríamos encontrar otras formaciones de personas que se
parecerían bastante en número pero por el respeto que se merecen los candidatos
vamos a omitir su mención.
Con algunas excepciones el “Grupo de los 403” está
conformado por militantes de trayectoria, referentes barriales, sindicalistas,
docentes, profesionales, algún empresario y un número interesante de jóvenes
que se acercaron por primera vez a la política como forma de cambiar la
realidad de Ituzaingó.
No puedo pensar en los jóvenes que se animan por primera vez
sin acordarme de los adultos que siguen sin comprometerse en la política. No ya
en lo partidario, sino en lo cotidiano, en la defensa de las instituciones del
barrio, de los derechos que tenemos como consumidores.
Y la verdad que personalmente no me hace muy bien recordar
esta falta de participación. Porque soy consciente –y lo viví- que durante la
última dictadura militar muchas voluntades se quebraron junto con las vidas de
muchos militantes.
Pero ¿podemos seguir pensando 28 años después de recuperada
la democracia que el miedo nos siga paralizando? Evidentemente hay varios
millones de argentinos que se han dejado ganar por esta sensación, esta inmovilidad
y esta inercia pasiva y autista.
Yo no. Y si usted reflexiona y se da cuenta conmigo que “lo
peor es la indiferencia de los buenos”, tal vez no todo esté perdido.
Jamás le voy a pedir que vayamos a cambiar la realidad de la
Argentina… pero sí que se anime a cambiar algo de lo que pasa a su alrededor.
Que en vez de despotricar porque el presidente de la
Sociedad de Fomento “La Cachirla” es un vago y utiliza la institución para
beneficio propio, se junte con 15 personas más, se hagan socios, se presenten
en la primera asamblea y los saquen por las buenas, como corresponde. Y ahí sí
lo quiero ver… porque ahí son ustedes los vecinos los que van a tener en sus
manos el futuro de la institución y en buena parte del barrio todo.
Claro que también puede usted optar por seguir puteando a
Descalzo y a todos los candidatos de la oposición porque no sirven ni para
espiar, y en 16 años no surgió “una alternativa” para gobernar Ituzaingó,
mientras usted siempre se mantiene afuera, al margen, esperando que los poderosos
cambien la realidad y lo vayan a favorecer justo a usted.
En unos días hay que votar en Ituzaingó. No me importa a
quién vote para presidente de la Nación, para gobernador y para diputado. Lo
que le pido es que mire bien las 13 opciones que hay para intendente y
concejales y se informe acerca de quién es quién. Nada más que eso. Que
reventemos los colegios y que superemos la media histórica de votantes del 80%.
Así y solo así voy a creer que el cambio es posible en Ituzaingó.
Hasta tanto eso no suceda, permítame que como periodista del
pueblo tenga una mirada un tanto irónica y no demasiado optimista sobre lo que
vaya a ocurrir a partir del 10 de diciembre de 2011. Y la verdad que el número
de listas de candidatos (13) no me alienta demasiado.
¿Me estaré volviendo supersticioso? ¿O los 13 candidatos a
intendente de Ituzaingó se pondrán de acuerdo como los 13 monjes shaolín que
ayudaron a establecer la dinastía Tang en el año 608 en China?
Todo es posible en esta noventa elección desde que Ituzaingó
es municipio autónomo.
Daniel Jorge Galst